Elecciones 2017. En 400 palabras.

De los varios candidatos a la presidencia, tres tienen  alguna posibilidad de sentarse en el sillón de Corondelet. Uno representa al continuismo socialista del oficialismo, el segundo al aperturismo del país al mundo, en sus propias palabras de campaña: “Más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador” y por último una candidata de cambio hacia una derecha que anteriormente no tuvo mayores éxitos gobernando a la nación.  Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Cynthia Viteri respectivamente, ordenados de mayor a menor según los sondeos electorales de opinión pública, tienen de antemano la titánica tarea de dirigir un país en crisis técnica, con un desempleo en aumento y un Estado tan grande que vendría bien reducirlo, incluso para el candidato oficialista.

politicos

El atractivo del socialismo es desde luego su narrativa, ser un modelo en donde se sugiere un enriquecimiento igualitario de todas aquellas partes sociales que busque el bien común, donde la competitividad se remplaza por la cooperación, donde la igualdad es el fundamento de todo y el progreso social es independiente del progreso material. Sin embargo, es un modelo probadamente fracasado en todas partes del mundo donde ha sido implementado, sin ir más lejos hace falta solo mirar atrás los últimos diez años de Revolución Ciudadana donde habido algunos aciertos, en términos de infraestructura pública por ejemplo, pero sobre todo demasiados errores de despilfarro y corrupción.

El único fuerte de este Gobierno ha sido circunstancial, un precio del barril de petróleo históricamente alto que anduvo rellenando las arcas del Gobierno, el cual asimismo se hacía orgánica e institucionalmente más grande, consumiéndose los recursos y tejiendo un modelo de motor económico primordialmente público, mientras al sector privado se lo gravaba con altos impuestos y ponía obstáculos burocráticos para el impedimento de su natural y sano desarrollo, con vistas en una eventual redistribución de la riqueza. Lenín Moreno es entonces la continuación de esta fórmula para el desastre económico de las comunidades a lo largo y ancho del país, desde el campo a las ciudades.

Desde luego es difícil hacerlo peor que el actual Gobierno Nacional. Viteri por lo tanto es una opción valorable para tomar las riendas del país, sin embargo arrastra el pasado del social-cristianismo ecuatoriano, que aunque le valió al país en en la década de los ochentas para no caer en manos del comunismo guevarista, ahora se lo percibe como un partido gastado en términos de intenciones políticas, lo cual hace cuestionarse la vialidad de aquel proyecto.

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Guillermo Lasso tiene a diferencia de los dos anteriores candidatos un futuro de cambio más fácil, ya que su proyecto político nace de una alianza casi natural de centro derecha, de conservadurismo moderado, que promete derogar todas aquellas trabas económicas impuestas por la década correista y  favorecer a una sociedad en necesidad de empleos y de manejarse en una economía más abierta, con menos trabas burocráticas, impuestos bajos que le permitan a la gente la libertad de gestionar por sí misma su dinero y entre otras recuperar las libertades individuales  que se han visto advertidas por  la «maquinaria  de Correa», con la incautación por ejemplo de medios privados para el uso público y un larguísimo etcétera de formas de intromisión en las fundamentales libertades civiles de los ecuatorianos.